Piernas prensadas, atadas, secas.
Piernas, que no vuelan;
olor mefítico.
Imposible notar el artificio,
volando llega un pétalo rosa,
durante un largo viaje toca los senos,
las líneas más profundas,
los vasos explotados, los ojos dormidos.
Mensajero del sueño,
ayudante de la luna,
amante de las sombras;
sombras de días y noches.
Habla, acariciando.
Siente, tocando.
Besa, mirando.
Penetra, lagunas y mares.
Se abren las piernas que estuvieron amarradas,
irrigan sangre rosa, corriente perfecta.
En un estanque lleno de aire
flotantes,
como han deseado, vuelan
con alas mágicas.
La luz toca los ojos,
las nubes exploran
y alcanzan a la tierra.
Nadan las piernas,
se asfixian en sus pétalos de rosa.
Es posible que vuelen
haciendo,
creando,
creyendo,
en su amor de sexo rosa.
María Fernanda Núñez Sarmiento.
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