Mientras intento conciliar el sueño,
al cerrar los ojos y dormir.
Digo tu nombre y veo tus ojos.
Pienso en ti.
Mientras recuerdo ese día
que no tuvo 24 horas.
Pienso en ti, siento tus brazos.
Veo tu rostro y admiro el silencio.
Mientras anduve en tempestades,
sentí conmigo la calma de tu alma.
Y cuando ya me iba,
entendí porque siempre había estado.
Siempre, todo el tiempo.
María Fernanda Núñez Sarmiento.
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